Darklord nace de un impulso romántico, en una declaración de guerra contra dios y todas las ideas que se sacralizan en su figura, así como contra todos sus hijos bastardos.
Madura como un proyecto asociado a valores aristocráticos, a un poderoso sentimiento de nobleza, a una inevitable certidumbre en la idea de la muerte y la consecuente comunión con una forma de realidad inefable, ajena al dominio de las palabras.